Los días muy calurosos también agravan las patologías cardiovasculares y algunas respiratorias, afirma el profesor de la USC
El profesor de la USC Alberto Martí (Zaragoza, 1964) y su compañero Dominic Royé han evidenciado que el cambio climático también ha llegado a Santiago, que tiene hoy el doble de días de verano que en la década de los 60.
-Entonces lo que ha pasado esta semana no es normal.
-No es lo habitual. Lo más habitual es que en este momento hubiese un tiempo más inestable, con temperaturas más bajas y precipitaciones, pero esto entra dentro de la normalidad climática. Cualquier clima se manifiesta en diversos tipos de tiempo y cada año varían. Hay otoños más fríos, más cálidos, más secos, más lluviosos.. Pero si vemos en las series que cada vez los otoños son más cálidos y más secos eso ya no es normal. Se está produciendo un cambio de las características del otoño.
-¿En qué momento empezó a aumentar la temperatura?
-Hasta mediados de los 70 no se ve una tendencia clara, incluso a veces la tendencia es opuesta a la que se ve ahora. Pero a mediados y finales de los 70 sí que comenzó un incremento progresivo que se mantiene hasta ahora. Hablamos de una tendencia media, porque siempre vamos a ver las oscilaciones de año a año, que es al alza.
-Si las causas del cambio climático están en las emisiones a la atmósfera, ¿Santiago está pagando la contaminación de otros?
-Al final pagan justos por pecadores. Pero el calentamiento global, que tiene causas sobre todo centradas en los gases invernadero, tiene muchos puntos de emisión, van a la atmósfera y la atmósfera la compartimos todos. Los efectos son globales y aunque no contribuyamos o contribuyamos poco las consecuencias las vamos a pagar igual que Estados Unidos u otros países que son grandes emisores de gases de efecto invernadero.
-El cambio en el clima tiene también efectos en la salud.
-Si en otoño tenemos más días con temperaturas suaves supone un mayor bienestar y confort para todos, porque creo que con días así todos nos sentimos más alegres y contentos. Las epidemias de gripe también se puede retrasar y minimizar, porque con el calor el virus de la gripe no circula.
-¿Y los efectos perjudiciales?
-El aumento no solo de días agradables, sino de días calurosos, con temperaturas de más de 30 y 35 grados en verano, conlleva a que pueda aumentar el número de olas de calor. Esas temperaturas extremas primero nos quitan el confort y el exceso de calor, además de los golpes de calor y deshidratación, conlleva también el agravamiento de algunas patologías sobre todo de tipo respiratorio y también cardiovascular, porque cuando hace mucho calor la circulación sanguínea aumenta. El sistema cardiovascular tiene que trabajar más y las personas más sensibles, por ejemplo con problemas de corazón, pueden sufrir un colapso o un agravamiento de su patología. Si aumenta ese número de días con calor excesivo va a aumentar también el número de personas afectadas.
-Estamos en ello. En nuestro grupo, Geobiomet, trabajamos en la biometeorología. Hicimos un proyecto sobre como afectan los tipos de tiempo en las epidemias de gripe y las patologías de tipo respiratorio.
-¿Y cuál es el peor tiempo, el que nos pone más enfermos?
-No hemos llegado aún a una conclusión, pero en Galicia se veía como las situaciones del suroeste, del oeste, que traen masas de aire húmedas con precipitaciones, temperaturas frescas, hacían aumentar la probabilidad de ingresos por gripe.
Fuente: La Voz de Galicia