El desarrollo de los Sistemas de Información Geográficos (SIG) y su aplicación al campo de la epidemiología y la Salud Pública ha otorgado a la localización geográfica de los hechos sanitarios y a su análisis una especial trascendencia, ya que permiten la vigilancia en tiempo cuasi-real de los brotes de enfermedades transmisibles, así como el seguimiento de la propagación de vectores y las enfermedades asociadas a éstos, por ejemplo: el dengue y la malaria.
Los Sistemas de Información Geográficos permiten elaborar cartografías temáticas diversas, pero son algo más que unas herramientas informáticas empleadas para la recogida, almacenamiento, tratamiento, análisis y representación de la información sanitaria. El uso de este tipo de instrumentos en áreas como la Salud Pública posibilita la definición de patrones espaciales y la definición de teorías acerca del comportamiento de las epidemias gripales fundamentadas en criterios meramente espaciales.
El dato geográfico resulta peculiar con respecto a otro tipo de datos dada su doble componente (temática y espacial) que le otorga una mayor complejidad. La dimensión espacial4 del hecho epidemiológico convierte de este modo el dato sanitario en dato geográfico. Cuando el objeto básico de análisis es la dimensión espacial del dato sanitario podemos actuar de dos formas diferentes:
- Representando esa realidad sanitaria de forma cartográfica mediante el empleo de unidades de observación discretas6 (municipios, provincias, Comunidades Autónomas…).
- Representando directamente, mediante técnicas geoestadísticas7 de interpolación, el comportamiento de las variables sanitarias en el espacio.